CONTRACCIÓN MUSCULAR.
Las
células musculares están altamente especializadas en una única tarea, la
contracción, y es esta especialización en su estructura y función lo que
convierte al músculo en el prototipo para el estudio del movimiento a nivel
molecular y celular. Existen tres tipos distintos de células musculares en los
vertebrados: músculo esquelético, responsable de todos los movimientos
voluntarios; músculo cardíaco, que bombea la sangre desde el corazón; y músculo
liso, responsable de los movimientos involuntarios de órganos tales como el
estómago, intestino, útero y vasos sanguíneos. Tanto en el músculo esquelético
como en el músculo cardíaco, los elementos contráctiles del citoesqueleto aparecen
en estructuras altamente organizadas que dan lugar al patrón característico de
estriaciones transversales. La caracterización de estas estructuras en el
músculo esquelético es lo que nos ha permitido comprender la contracción
muscular, y otros movimientos celulares basados en la actina, a nivel
molecular.
Los músculos esqueléticos son haces de fibras
musculares, que son células individuales
grandes (de aproximadamente 50µm de diámetro
y varios centímetros de longitud) formadas por la fusión de muchas células
individuales durante el desarrollo. La mayor parte del citoplasma está
constituido por miofibrillas, que son haces cilíndricos de dos tipos de
filamentos:
filamentos gruesos de miosina
(aproximadamente de 15nm de diámetro) y filamentos delgados de actina
(alrededor de 7nm de diámetro). Cada miofibrilla se estructura a modo de una
cadena de unidades contráctiles llamadas sarcómeros, que son los responsables
de la apariencia estriada de los músculos cardíaco y esquelético.
Los
músculos esqueléticos son haces de fibras musculares, que son células
individuales
grandes
(de aproximadamente 50µm de diámetro y varios centímetros de longitud) formadas
por la fusión de muchas células individuales durante el desarrollo. La mayor
parte del citoplasma está constituido por miofibrillas, que son haces
cilíndricos de dos tipos de filamentos: filamentos gruesos de miosina
(aproximadamente de 15nm de diámetro) y filamentos delgados de actina
(alrededor de 7nm de diámetro). Cada miofibrilla se estructura a modo de una
cadena de unidades contráctiles llamadas sarcómeros, que son los responsables
de la apariencia estriada de los músculos cardíaco y esquelético.
Otras
dos proteínas (titina y nebulina) también contribuyen a la estructura y
estabilidad del
sarcómero.
La titina es una proteína extremadamente grande (3.000kDa), y se
extienden
moléculas individuales de titina desde la línea M hasta el disco Z. Estas
largas
moléculas
de titina se cree que actúan como muelles que mantienen los filamentos de
miosina centrados en el sarcómero y mantienen la tensión de reposo que permite
al músculo retraerse si se extiende en exceso. Los filamentos de nebulina están
asociados con la actina y se piensa que regulan el ensamblaje de los filamentos
de actina actuando como reglas que determinan su longitud.
La
base para comprender la contracción muscular es el modelo de deslizamiento de
los
filamentos,
propuesto por primera vez en 1954 por Andrew Huxley y Ralph Niedergerke y por
Hugh Huxley y Jean Hanson. Durante la contracción muscular, cada sarcómero se
encoge, acercando los discos Z. La amplitud de la banda A no varía, pero tanto
las bandas I como la zona H casi desaparecen por completo. Estos cambios se
explican porque los filamentos de actina y miosina se deslizan uno sobre otro, por
lo que los filamentos de actina ocupan la banda A y la zona H. Por lo tanto, la
contracción muscular se debe a la interacción entre los filamentos de actina y
miosina que genera el movimiento relativo de uno respecto al otro.
La base molecular de esta interacción es la
unión de la miosina a los filamentos de actina, lo que permite a la miosina
funcionar como un motor que dirige el deslizamiento de los filamentos.
El
tipo de miosina presente en el músculo (miosina II) es una proteína muy grande
(aproximadamente 500kDa) constituida por dos cadenas pesadas idénticas
(alrededor de 200kDa cada una) y dos pares de cadenas ligeras (alrededor de
20kDa cada una) . Cada cadena pesada consta de una cabeza globular y de una
cola larga en α-hélice. Las colas en α-hélice de dos cadenas pesadas se
enrollan una alrededor de la otra en una estructura de espiral enrollada
(coiled-coil) para formar un dímero, y dos cadenas ligeras se asocian con el
cuello de cada región de la cabeza para formar la molécula completa de miosina
II.
Las células musculares están altamente
especializadas en una única tarea, la contracción, y es esta especialización en
su estructura y función lo que convierte al músculo en el prototipo para el
estudio del movimiento a nivel molecular y celular. Existen tres tipos
distintos de células musculares en los vertebrados: músculo esquelético,
responsable de todos los movimientos voluntarios; músculo cardíaco, que bombea
la sangre desde el corazón; y músculo liso, responsable de los movimientos
involuntarios de órganos tales como el estómago, intestino, útero y vasos
sanguíneos. Tanto en el músculo esquelético como en el músculo cardíaco, los
elementos contráctiles del citoesqueleto aparecen en estructuras altamente
organizadas que dan lugar al patrón característico de estriaciones
transversales. La caracterización de estas estructuras en el músculo
esquelético es lo que nos ha permitido comprender la contracción muscular, y
otros movimientos celulares basados en la actina, a nivel molecular.
Los músculos esqueléticos son haces de fibras
musculares, que son células individuales
grandes (de aproximadamente 50µm de diámetro
y varios centímetros de longitud) formadas por la fusión de muchas células
individuales durante el desarrollo. La mayor parte del citoplasma está
constituido por miofibrillas, que son haces cilíndricos de dos tipos de
filamentos:
filamentos gruesos de miosina
(aproximadamente de 15nm de diámetro) y filamentos delgados de actina
(alrededor de 7nm de diámetro). Cada miofibrilla se estructura a modo de una
cadena de unidades contráctiles llamadas sarcómeros, que son los responsables
de la apariencia estriada de los
músculos cardíaco y esquelético.
Los
músculos esqueléticos son haces de fibras musculares, que son células
individuales
grandes
(de aproximadamente 50µm de diámetro y varios centímetros de longitud) formadas
por la fusión de muchas células individuales durante el desarrollo. La mayor
parte del citoplasma está constituido por miofibrillas, que son haces cilíndricos
de dos tipos de filamentos: filamentos gruesos de miosina (aproximadamente de
15nm de diámetro) y filamentos delgados de actina (alrededor de 7nm de
diámetro). Cada miofibrilla se estructura a modo de una cadena de unidades
contráctiles llamadas sarcómeros, que son los responsables de la apariencia
estriada de los músculos cardíaco y esquelético.
Otras
dos proteínas (titina y nebulina) también contribuyen a la estructura y
estabilidad del
sarcómero.
La titina es una proteína extremadamente grande (3.000kDa), y se
extienden
moléculas individuales de titina desde la línea M hasta el disco Z. Estas
largas
moléculas
de titina se cree que actúan como muelles que mantienen los filamentos de
miosina centrados en el sarcómero y mantienen la tensión de reposo que permite
al músculo retraerse si se extiende en exceso. Los filamentos de nebulina están
asociados con la actina y se piensa que regulan el ensamblaje de los filamentos
de actina actuando como reglas que determinan su longitud.
La
base para comprender la contracción muscular es el modelo de deslizamiento de
los
filamentos,
propuesto por primera vez en 1954 por Andrew Huxley y Ralph Niedergerke y por
Hugh Huxley y Jean Hanson. Durante la contracción muscular, cada sarcómero se
encoge, acercando los discos Z. La amplitud de la banda A no varía, pero tanto
las bandas I como la zona H casi desaparecen por completo. Estos cambios se
explican porque los filamentos de actina y miosina se deslizan uno sobre otro,
por lo que los filamentos de actina ocupan la banda A y la zona H. Por lo
tanto, la contracción muscular se debe a la interacción entre los filamentos de
actina y miosina que genera el movimiento relativo de uno respecto al otro. La
base molecular de esta interacción es la unión de la miosina a los filamentos
de actina, lo que permite a la miosina funcionar como un motor que dirige el
deslizamiento de los filamentos.
El
tipo de miosina presente en el músculo (miosina II) es una proteína muy grande
(aproximadamente 500kDa) constituida por dos cadenas pesadas idénticas
(alrededor de 200kDa cada una) y dos pares de cadenas ligeras (alrededor de
20kDa cada una) . Cada cadena pesada consta de una cabeza globular y de una
cola larga en α-hélice. Las colas en α-hélice de dos cadenas pesadas se
enrollan una alrededor de la otra en una estructura de espiral enrollada
(coiled-coil) para formar un dímero, y dos cadenas ligeras se asocian con el
cuello de cada región de la cabeza para formar la molécula completa de miosina
II.
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